Está en tu bolsillo, en tu bolso, en tu chaqueta, o más probablemente en tu mano. Sí, estoy hablando de tu teléfono móvil. El otro día volvía andando (vale, está bien, bailando) de casa al trabajo al ritmo de “Upside Down” de Dianna Ross y, realmente no importa que vayas bailando por la calle: todo el mundo lleva la mirada bajada hacia su teléfono móvil. Así que la frase de “baila como si nadie te viera”, pues… es verdad, todo el mundo está mirando el Instagram o semejante.
Sí, sí, por supuesto que también estoy pendiente de mi teléfono y me he pillado adicta a él algunas temporadas. Para algunas cosas, lo uso mucho: escribir a amigos, hablar con la familia y publicar en Instagram. No obstante, y aquí es donde cambia un poco todo: hago todo esto (o por lo menos intento que sea así siempre que pueda) cuando estoy sola, TOTALMENTE sola. De alguna forma, tengo la sensación que se pierde la humanidad y la magia de nuestras interacciones sociales. Como si nuestro teléfono es más importante que con quién estás o que lo que estás haciendo (soy tan culpable de estar en la paloma mientras miro Instagram—un poco hipócrita, lo sé).
Lo siguiente lo veo muchísimo en el trabajo y en los restaurantes: a personas con el móvil en la mesa y la pantalla boca arriba. Quizás sobre-reacciono con este tema. Puede ser, pero, de alguna forma, el tener el móvil ahí encima manda un mensaje a los demás de “si recibo alguna notificación, ésta es más importante de lo que está pasando en este momento”. O si estás con alguien y se van un momento de tu lado, y lo primero que hacemos es sacar el móvil. Es como que nos tenemos que entretener. No sabemos estar sin hacer nada. Esto me hizo abrir los ojos: ¿por qué no podemos disfrutar de los tiempo de espera? ¿de los espacios vacíos? La mayoría de mensajes que recibimos no precisan de una contestación inmediata-pueden esperar. No hay necesidad de mirar el móvil cada 5 minutos.
Bueno, y no abramos el tema de las redes sociales. Muestran una realidad embellecida que no refleja el día a día. No todos los días nos sentimos súper felices. Hay días duros, días que meterse en la cama a las 10 de la noche es todo un logro, días en los que sólo quieres comer chocolate y ver pelis. YYYYYYY siendo una persona que crea y publica contenido bonito de yoga en Instagram, quiero decirte: la fotografía de yoga es divertida y es como un arte, pero no siempre estoy en ese estado “zen”. Procuro ser lo más transparente y real en mis publicaciones, compartiendo aquello que considero de valor. De hecho, una de las cosas que estoy intentando hacer últimamente es tener un día “sin conexión” para mi salud mental: ¡es tan agradable sentirse desconectado!
¡Bien! Hemos identificado la situación, ¿ahora qué? ¿Qué puedo hacer para parar el hábito, ya totalmente involuntario, de coger el móvil? Te propongo dos reglas y dos preguntas cuando te pilles yendo a por tu móvil_
REGLA #1: Si estoy en la mesa comiendo, móviles fuera (salvo que esté esperando una llamada importante).
REGLA #2: Cero móviles en la cama. Recientemente he visto “10 cosas que no deberías hacer en la cama” de Yaiza Redlights y, una de las cosas que mencionan es tener tu móvil apagado mientras tienes sexo. ¿Te imaginas? Tu móvil sonando mientras MMMMMMMM…. sí, esto puede cortar un poco el rollo.
PREGUNTA #1: Cierra los ojos, toma una respiración profunda. ¿Realmente tengo que mirar mi móvil? ¿Estoy esperando una respuesta importante?
PREGUNTA #2: Cierra los ojos, toma una respiración profunda. ¿Necesito mirar el teléfono porque necesito sentir que alguien piensa en mí y sentirme validada? Corazón, eres tan valiosa, mucho más de lo que imaginas. Y sí, sí, eres querida y te mereces absolutamente todo en esta vida. Los likes, comentarios y followers no te definen.
Deseo que hayas encontrado útil este post, o que por lo menos te haya hecho preguntarte cómo es tu relación con tu teléfono.
Ahora, para de leer esto y ve a darlo todo en el mundo real ;)
xx
Irene