En yoga siempre estamos hablando del equilibrio entre la fuerza y la flexibilidad, y la postura sobre los antebrazos no es ninguna excepción. Para poder acceder a ella, necesitarás apertura en los hombros y flexibilidad en los isquios y gemelos. Por supuesto, también es importante la fuerza en la parte superior de la espalda, el core y la activación de las piernas (sí, las piernas son muy importantes).
A continuación encontrarás un infográfico con 5 movimientos que empleo en mi propia práctica y que utilicé para sentirme más cómoda en pinchamayurasana. También quiero explicarte por qué van ayudarte.
Uno de los principales obstáculos es la apertura de hombros, igual tienes la fuerza para ello, pero si la articulación del hombro no tiene suficiente movilidad no será accesible. Por ello practicar ejercicios de arqueamiento de espalda son excelentes y especialmente aquellos que crean apertura de hombros (por ejemplo, la rueda). De cara a la flexibilidad, tener longitud en las fibras musculares de los isquiotibiales y los gemelos (parte posterior de las piernas) te permite caminar los pies más cerca del tronco antes de entrar a la postura. Si tienes mayor flexibilidad podrás colocar la cadera lo más en línea con los hombros posible, pudiendo subir con un impulso más suave.
Ok, ¿y la fuerza? La fuerza en los abdominales es vital, sobretodo la acción de llevar el coxis hacia el ombligo para mantener el cuerpo en línea. Ligado a ella, está la fuerza de empujar el suelo con los antebrazos, activando la musculatura superior de la espalda (como si quisieses separarte de la esterilla). Y ahora, igual te sorprendo: las piernas. Sí, sí, hay una “línea de energía” en la parte interior de las piernas al activar los pies el uno hacia al otro (talones presionan el uno hacia el otro). Esto da muchísima estabilidad en la postura.
¿Te he convencido? ¡Manos a la obra!